Después de casi tres horas en congestionamiento, a las ocho de la noche del veinte de enero del dos mil veintitrés, logramos llegar a casa…

Desde hace más de un año, cuando comenzaron las tareas de recarpeteo de la Autopista CA 1A, (Quzaltepeque-San Salvador) hasta la actual construcción de los pasos a desnivel en el periférico Claudia Lars y el Redondel Integración, se viven dramáticos congestionamientos que afectan la economía y la salud.

La mayoría de los días, los usuarios de esta autopista – y otras dentro y fuera de la capital – experimentamos una terrorífica experiencia de movilidad en el territorio. Nosotros, el pueblo, financiamos todas las obras que las instituciones construyen, ciertamente por un bien mayor, pero nos afecta, a unos en mayor medida que a otros. Cada ciudadano tenemos una catástrofe vial que contar y en la que hemos puesto a prueba nuestros límites.

El caballo blanco

El notable incremento en el desarrollo de la obra pública y de proyectos privados, es una buena noticia. No obstante, los proyectos tienen un impacto en el ya reducido espacio destinado a la movilidad. Las consecuencias: más gasto en combustible de las familias, más tiempo de trayecto y menos tiempo disponible para actividades de hogar, hijos con menos atención.

Aunque los períodos de construcción no son prolongados, durante meses, existen impactos en la población que parecen no haber sido considerados. Da la impresión de que al diseño de ingeniería de las nuevas obras viales, les faltó el diseño de un plan de manejo adecuado del tráfico durante la construcción, o en caso de existir, es precario.

El caballo Rojo

La vía pública parece ser un campo de batalla el Armagedón. No hay paz en la vía pública, las agresiones son constantes, los abusos y la violencia entre ciudadanos se manifiestan de cuadra a cuadra. Desconocidos pueden desatar verdaderas refriegas mientras miles de personas están atascadas. Son peleas que circulan por todo el ancho de banda… ¡Qué vergüenza!

Es impresionante cómo en nuestras calles resuena una tonada de tres notas que lleva implícito el mayor insulto que coloquialmente un ser humano puede hacer a otro. La supremacía del “buxo” sobre el que sigue la norma y el orden… denota el oportunismo establecido en nuestra cultura… ¡Qué vergüenza!

Motociclistas que sobrepasan sobre flancos inesperados y dañan espejos sin hacerse responsables, o atropellan a peatones que cruzan por zonas apropiadas. Abusos de conductores sobre motociclistas y ciclistas vulnerables, ciertamente… El Armagedón.

El caballo Negro

Las autoridades hacen cumplir las leyes, pero mientras las investigaciones se desarrollan, habrá una larga fila de inocentes afectados. Los sacrificados gestores de tráfico intervienen en el ordenamiento, pero son excedidos por kilómetros y kilómetros de vehículos que intentan transitar. Las condiciones del tráfico no variarán ante la presencia de agentes agitando las manos apresurando a los conductores. Las filas siempre permanecen hasta que pase la “hora pico” hasta la siguiente, y si ellos no están, las intersecciones se convierten en un vórtice indescifrable.

El caballo amarillo

Paralelo al descenso de muertes por delincuencia, hay un incremento de muertes a causas de accidentes de tránsito. La imprudencia, la infracción, la intolerancia, el descuido, el abuso y la temeridad dan por resultado la tragedia. Peatones deambulan por las vías de circulación vehicular porque las aceras están obstaculizadas o simplemente porque están destruidas, intransitables, o por negligencia.

Los separadores centrales que impiden el paso de animales son causantes de una enorme mortandad de perros y gatos, y de nuestra mermada fauna. Tacuacines, serpientes, garrobos, conejos, gallinas, etc… en una autentica carnicería innecesaria. El hedor a muerte se extiende justo al medio de las carreteras. Nuestros diseños no contemplan pasos de fauna, misma se pudre en el asfalto, denotando nuestra indiferencia por nuestro patrimonio natural.

Nuestro país parece ser un bello tejido rasgado, que vamos remendado con parches. Hay algo de hermoso en ello, pero también caótico… si tan solo pudiéramos convertir este caos en orden…

Al expresar frases tales como “Deberían hacer…, Hubieran hecho…” nos excluimos de la generación del problema y de participación de la solución, y en consecuencia, delegamos a un tercero la culpa o la responsabilidad de encontrar la solución, pero ¿qué fracción de la culpa o la solución es nuestra responsabilidad?

Es cierto que hay tareas que deben realizar las personas delegadas para ellas, Gobernantes, Ministros, Directores, Empleados públicos y privados, empresarios, comerciantes formales e informales pero la responsabilidad en el bienestar vial es de cualquiera que conduzca, camine o haga uso de la vialidad, por tanto, debemos entender que somos parte de un sistema complejo que necesita lo mejor de nosotros.

Categories:

No responses yet

Deja una respuesta

Comentarios Recientes

No hay comentarios que mostrar.

Categorías